Diana Pérez | MEDIOTIEMPO (Enviado)
Estadio Nemesio Díez, ante una buena entrada, sábado 15 de Mayo del 2010
- Pachuca no pudo aprovechar la superioridad numérica que tuvo durante 45 minutos
- Osvaldo González recibió su primera expulsión desde que llegó a México
(Video:Alejandro Esquivel)
Pachuca se metió en el Infierno tratando de rendir a los Pingos, pero la buena fortuna y la puntería no estuvieron de su lado y el equipo de Guillermo Rivarola murió pese a que 45 minutos tuvo superioridad numérica por la expulsión Osvaldo González.
Los Tuzos buscaron y pelearon hasta el final, pero el Diablo implacable y soberbio se instaló en su novena Final, para así buscar la décima estrella, la séptima en torneos cortos.
Santos será su rival, el cielo y el infierno se fundirán en una batalla donde sólo uno podrá tener el gozo infinito. Los de la Comarca buscarán así su cuarto título.
EL PARTIDO
Los dos equipos más ganadores en torneos cortos, Toluca y Pachuca, estaban frente a frente, retándose en un duelo a muerte donde la piedad no sería contemplada. El conjunto mexiquense hizo de su casa un infierno, desde los primeros segundos comenzó a hilar el camino rumbo a la victoria.
Con la velocidad de Calderón, Esquivel y Sinha trató de hacer sufrir a un Pachuca que se negaba a morir, que tenía los argumentos perfectos para faltarle al respeto al Diablo y cambiar así la historia.
Damián Álvarez se atrevió a marcar la pauta del ataque Tuzo y con un disparo que pasó cerca del marco de Talavera trató de inquietar. Toluca tomó las cosas con calma, se acomodó y sin apresurarse demasiado comenzó a llegar al marco de Rodolfo Cota.
Las defensas marcaron la diferencia. Como dos murallas irrompibles e impasables se mantuvieron estoicas mientras las ofensivas buscaban la forma de penetrarlas. La redonda tuvo el vaivén que sólo dos equipos que gustan del futbol espectacular le pueden dar.
El grito de gol ahogado en la tribuna se convirtió en una constante, la pelota se negaba a cruzar la línea final, mientras Cota y Talavera se crecían en confianza. Los Diablos poco a poco comenzaron a ganar la batalla territorial y de pertenencia, así llegaron las oportunidades de Romagnoli, Sinha y Mancilla para abrir el marcador, pero el estallido profundo llegó hasta que Antonio Ríos prendió la redonda.
Calderón había tomado el balón y desde su banda, la izquierda, logró meter un centro que Rodríguez despejó sin saber que el balón quedaría a merced del choricero; Ríos observó el marco, midió el balón y lo prendió de volea para incrustarlo en el ángulo inferior derecho de Cota.
El Infierno estalló convirtiendo La Bombonera en un verdadero manicomio, Toluca estaba con un pie en la Final, muy cerca de la décima estrella.
Pachuca atónito, reclamándose el fortuito error, no entendió lo que pasaba hasta que Marco Antonio Rodríguez corrió al centro del campo para decretar que había caído el gol. Pero las fuerzas parecían haberse esfumado en los hidalguenses, quienes conscientes de la situación pensaron en que lo mejor era irse al descanso de medio tiempo, enfriar la cabeza y buscar la solución a sus problemas.
De pronto, Osvaldo González tuvo un grave error y abandonó el terreno de juego tras ver la tarjeta roja del silbante. González había arrollado a Damián Álvarez, la falta no era tan grave, pero significó su segundo cartón amarillo.
Toluca con 10 en la cancha salió, en la segunda mitad, buscando defender el solitario gol que los llevaba a la gloria, Pachuca trató de tomar ventaja, metió a Cacho y Mendivil entendiendo que los mexiquenses se dedicarían a defenderse.
Sí, Pachuca encontró la fuerza y empuje que necesitaba, pero no la buena puntería, el Diablo se defendió con soltura y trató de inquietar sólo por la vía del contragolpe; pero Pachuca había muerto, el que echó al Campeón, en los Cuartos de Final, no pudo pelear más por la corona, lo intentó hasta el final, pero la buena fortuna se quedó con los de casa.
ARBITRAJE
Marco A. Rodríguez. Bueno, el silbante sancionó perfectamente la segunda amarilla sobre Osvaldo González y aguantó a pie firme la presión de la afición. Siempre estuvo cerca de la jugada y como es su costumbre impuso su poder frente a los jugadores.
[MEDIOTIEMPO]
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